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Cine y psicoanálisis
White Bear

White bear

Por Marcelo González Rodríguez

Oso blanco presenta la justicia en masas a modo de regulación de goce y deviene en un ajusticiamiento interminable con una tortura constante que castiga a la víctima poniendo en escena una identificación entre el delito y pena. En este juego el mal se coloca en el otro e impulsa a la causalidad de desahogo pulsional y el dispositivo tecnológico ayuda a ser indiferente al dolor del otro reduciendo a objeto de goce, es decir; la justicia deviene por el refrán: El que la hace la paga.

Por Agostina Gimenez Migueltorena

¿Quién soy? pregunta que atraviesa la trama.

Respuesta en posesión de unos otros que clausuran todos acceso a su contenido, volviendo a una mujer víctima de un castigo tortuoso cuyo motivo desconoce.

Un mundo enigmáticamente hostil experimentado desde una identidad desapropiada. Objeto de regocijo de estos otros que gozan al mirar.

Sobre el final se nos ofrecen las piezas faltantes y a nuestra mirada se le ofrece otra perspectiva, confrontándonos a un espejo negro que no nos devuelve la imagen en la que quisiéramos reconocernos, sino que hace nacer un inquietante ¿Quién soy?

Por Micaela Mantilla

Un signo que marca el comienzo, una repetición en una pantalla diferente.

Un capitulo que muestra como un aparato como un celular puede introducir algo tan estragante como la mirada del otro.  El lugar de partida y de llegada cuando la memoria es borrada, es un oso blanco. Ella asume por un momento que sabe quién es, por encontrarse con una presencia familiar, un señor de gorra verde, además se crea un destino, bajarse del carro y comer.

Busca que los otros le respondan pero no encuentra respuesta. La indefensión frente a un ¡help! No respondido. Encontramos en el castigo una solución frente a los hechos “imperdonables” del ser humano. En este caso el mismo lo vuelve una tortura, como una repetición hecha circo. Una banda de moebius que permite creer que se llega a white bear, para encontrarse con una escopeta que dispara confeti. Y un encuentro con los otros que ahora se dirigen a ella pero solo para hacerle saber que está siendo castigada y porque. ¡vaya paradoja! El castigo es por algo que hacen que ella no recuerde. Dejando a la vista que el único punto es la satisfacción sádica de los actores y espectadores. Se separa así el castigo de la castigada para poder seguir lo que parece ser un regocijante negocio.

Podemos encontrar algo de lo absurdo del castigo en forma de cárcel, de la necesidad de las personas de aislar lo diferente, pero con cierta satisfacción de su actuar, al que además parecen serle indiferentes, ya que se deja al estado como actor, como carcelero. Se presume a un ser responsable por sus actos y pagando las consecuencias, que en este caso son inhumanas (o podríamos pensar también, lo más humano posible) sin preocupación alguna sobre su bienestar, se objetiviza a un sujeto dentro de un lugar, una cárcel, una cárcel vuelta un campo de concentración.

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