La interrupción voluntaria del embarazo está atravesada por afirmaciones jurídicas, morales, ideológicas, religiosas. Cada una de ellas aporta su cuota de respuestas en una dirección u otra. Pero como ya lo adelantó Ignacio Lewkowicz, cuando una discusión se agota en argumentos a favor y en contra, no hay margen para el pensamiento ético. La legalización, como la despenalización, será ley en algún momento. Más temprano que tarde, la decisión de una mujer, de un hombre, de una pareja, dispondrá de un marco en el cual alojar sus propias afirmaciones. Ese contexto necesario, lejos de relevar al sujeto de sus dilemas, lo concierne más y más, abriendo una dimensión inédita sobre la responsabilidad. Porque sitúa al sujeto en relación a la decisión por un acto, sea este el de abortar o no abortar, que excede la dimensión legal, religiosa y moral para abrir la pregunta por el deseo en el que dicha decisión se soporta. Así como también las implicancias que se siguen de sostener o traicionar la vía de ese deseo.

Es en ese punto donde se sitúa la pregunta ética, que el cine no ha cesado de desplegar a través de una veintena de películas imprescindibles. Entre la primera, realizada por Sergei Eisenstein en 1929, hasta las más recientes, como la serie La casa de papel, la saga de Black Mirror y la reciente Sex Education, se introducen los grandes clásicos. Interesan especialmente aquellos que tratan las responsabilidades de profesionales de la salud, como 21 Gramos, el episodio Mía de la serie In Treatment y el capítulo “No invocar el nombre de Dios en vano”, del Dekalog, de Kieslowski.

En cuanto al abordaje teórico del problema el proyecto sigue la metodología de tratamiento de películas y series y en este caso incluye una puesta al día de la concepción de ética y responsabilidad, tal como ha sido desarrollada por Jacques Lacan en el Seminario 7, en particular a través de ejemplos cinematográficos (Laso y Michel Fariña, 2018) y su interlocución con los conceptos de género y de sexuación, este último formalizado en el Seminario 20.