Carlitos policía
Comentario de Alejandro Ricagno para la revista El Amante Cine (1993):
En 1916, Chaplin filma Easy Street (La calle de la paz o también Carlitos policía). Chaplin es un vago más de una calle que sería equivalente al Bronx actual. La policía a cambio de comida entrena a voluntarios que puedan reimplantar el orden en ese barrio regenteado por el eterno malo de las películas de Carlitos. Movido por el hambre, Chaplin será de la partida. Por un golpe de suerte (consigue apresar al mastodonte adormeciéndolo con gas de un farol de alumbrado), logra ser el cana héroe de la cuadra. Pero el maleante, una vez despierto, escapa. Huyendo de su perseguidor, Chaplin cae literalmente en un sótano, en el que minutos antes habíamos visto a la heroína (la actriz principal, no otra cosa) encerrada por un barbudo amenazante que se preparaba para inyectarse y someterla a sus bajos instintos. En la caída, Chaplin se sienta accidentalmente sobre la jeringa. El efecto que le produce esa sustancia no especificada es el mismo que exterioriza Popeye cuando ingiere espinaca: Muele a golpes al barbudo, rescata a la chica, levanta una cocina, se la tira al gigante fugitivo y, sin parar de repartir piñas, devuelve la paz y la calma a esa calle. La última escena nos muestra a Chaplin, policía respetado, saludando a un vecindario ahora manso, que en lugar de armar gresca en la vía pública, se dirige devotamente a la iglesia del lugar. No es curioso que la entrada de la droga en escena sea mostrada como solía presentarse en esos films didácticos: ambiente y personaje sórdido, degradación y violencia sexual, pero lo inquietante es que, luego, cuando es Chaplin el que la ingiere (en forma casual) los resultados sean convertir al personaje en héroe. ¡Y que encima ese héroe sea un policía!
Una curiosidad: algunas de las ediciones de Carlitos policía cortan la secuencia en que se ve la jeringa y uno entonces no entiende cómo al caer en ese sótano el hasta entonces escuálido policía se ha convertido de pronto en el Increíble Hulk. Toda la ironía y la amoralidad de esas secuencias finales desaparecen con dicha escena censurada. No, señor juez, Carlitos nunca tomó nada, ni por casualidad.
Recorte cinematográfico: