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Una pastelería en Tokio
Una adulta mayor: Tokue, como una tímida jovencita, se acerca a una pastelería de Dorayaquis, un postre tradicional japonés elaborado con pasta de judías (anko), no sin antes observar con asombro el árbol de cerezos al que parece hablarle y al cual ella pareciera escuchar. Ese es su árbol favorito, un árbol que en su cultura representa lo efímero de la vida y que, también, es el símbolo de los guerreros. Ella está esperanzada en encontrar trabajo ahí. Pero no es cualquier trabajo para esta mujer de setenta y cinco años, es su vida misma, y otro lugar dónde habitar y, finalmente, un legado que dejar.
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