Ostatni etap
El escritor español Jorge Semprún, sobreviviente del campo de concentración de Buchenwald, relata en La escritura o la vida un debate entre ex deportados acerca cómo contar la experiencia del campo de modo de ser comprendidos. Uno de ellos propone: “El cine parece el arte más apropiado. … Haría falta una ficción, ¿pero, quién se atreverá? Lo mejor sería realizar una película de ficción hoy mismo, con la realidad de Buchenwald todavía visible… la muerte todavía visible, todavía presente. No, un documental no, ya lo digo bien: una ficción… Es impensable…”. Esto que fuera imaginado por estos sobrevivientes, efectivamente se realizó en Polonia en 1948. El film se llamó La última etapa (Ostatni etap, 1948), y reúne características especiales: se filmó en Auschwitz, el mismo campo en el que estuvieron prisioneros gran parte de los intérpretes de la película, así como la directora Wanda Jakubowska. Basta ver el film para advertir la urgencia y necesidad de estos sobrevivientes por contar lo que pasó, al punto de ofrecer escenas en el límite de lo soportable. Esta necesidad se plasma en el modo de narración que es aquel que se va a revelar inadecuado para representar lo imposible de representar: el drama de un grupo de mujeres que trata de sobrevivir a la crueldad asesina de los nazis.
Las escenas que retrata, que son recreaciones de aquellas que los mismos intérpretes padecieron, se presentan con tal grado de crueldad y sinsentido, que constituyen una interrupción del formato de narración clásico que el film intenta respetar, y rebasan las intenciones ideológicas puestas al servicio del encomio del comunismo soviético. El resultado está en el límite de lo insoportable: somos testigos de una serie interminable de horrores encuadrados por una cámara, del que seguramente uno de los más espantosos es aquel del médico nazi que arranca del cuidado de las prisioneras a un bebé nacido en cautiverio para asesinarlo con una inyección letal en su consultorio. El final del film, con la llegada de las fuerzas rusas como anuncio de la próxima liberación difícilmente opera como un contrapeso a lo que hemos visto: no hay modo de terminar de salir de la pesadilla que se nos ha dado a ver. (Eduardo Laso)