El club
En una casa de retiro de la costa chilena, conviven, ocultos, tres sacerdotes y una monja que purgan condenas por abusos a niños y niñas. La iglesia les ha recluido allí imponiéndoles penitencia y purgatorio de sus pecados. Con este peculiar escenario se despliega una galería de estragos sobre la infancia por parte de eclesiásticos: felatios, penetraciones, robo de bebés, maltratos extremos. La originalidad del film radica en presentar el tema no a partir de testimonios de víctimas y perpetradores, que si bien están presentes sugieren más de lo que dicen, sino de un rostro imprevisto del horror. Se trata de la entrada de un psicólogo y sacerdote, enviado por la Iglesia para intervenir en el caso. Este personaje, en apariencia un pacificador de almas, resulta ser quien mejor concentre la lógica sadeana que impera en la casa. Las escenas de violencia, humana y animal que se suceden a su presencia, resumen y potencian las perversiones originarias. El corolario del film, que no adelantaremos aquí, resulta el sumun de este principio del mal en el bien, coartada de la impunidad más infame.